domingo, 15 de junio de 2008

A propósito de "Muestra tu muestra"

Esta es una carta abierta a los estudiantes del Departamento de Teatro de la Universidad de Chile (y a toda la comunidad de la escuela, en general), quienes actualmente se encuentran en Toma, y que tiene relación con el evento titulado "Muestra tu muestra" que se llevó a cabo, como parte de las actividades de la Toma, el día miércoles 11 de Junio de 2008, en la Sede Pedro de la Barra.


Partiré aclarando que he decidido mantenerme un poco al margen de esta Toma, porque no creo demasiado en las Tomas o Paros como medida de movilización, simplemente porque participé activamente en varias mientras era estudiante, y me parecen una medida de presión extrema que finalmente conduce a pocos resultados concretos.

Así, la opinión que he de exponer a continuación solo hace referencia a mi rol como espectador del evento anteriormente señalado (asumiendo la subjetividad intrínseca que acarrea el acto de observar un producto artístico, cualquiera que sea), tras el cual sentí una profunda sensación de frustración, la cual me siento en la necesidad personal de exponer ahora, algunos días después de su ejecución.

Se muy bien que durante este tiempo de Toma, el trabajo al interior de la escuela ha sido tremendamente organizado y fructífero por parte de los estudiantes del Departamento de Teatro, lo que desde ya merece mi absoluto respecto, apoyo y admiración. Y me imagino que el ensayar muestras no ha sido la prioridad a la hora de dividir el trabajo en grupos y comisiones.
Pero si, como resultado de esta concentración de energías, ideas e ideales que implica una Toma los alumnos deciden hacer una MUESTRA ABIERTA A PÚBLICO (lo que implica abrir las puertas del establecimiento y dejar entrar "al resto de las personas"), se espera que lo que se muestre contenga, de alguna manera, ese otro lenguaje fundamental -imposible de restringir a los códigos formales de asambleas triestamentales o petitorios- que vendría a ser el teatro.

Si se invita a terceras personas (ex alumnos, profesores, ex profesores, familiares, amigos, estudiantes de otras escuelas) el producto a mostrar debería ser óptimo, y reflejar esas ideas e ideales por los que se lucha.
Además, se está perdiendo un mes de clases, con las irremediables repercusiones que esto acarrea (que no hayan vacaciones de invierno, que las clases terminen en enero, o aun más importante, que se interrumpa el training laboral de la dinámica de las clases).

Y lo que se muestra no alcanza ni siquiera un nivel suficiente.

En mi opinión, muchas de las cosas que se mostraron el miércoles pasado carecen del interés artístico real que deberían.

No voy a referirme a la que, para mí, fue la muestra más interesante y pertinente del evento, a cargo de la profesora Aliocha de la Sotta y su ayudante, el ex alumno Iván Parra. Tampoco he de comentar las muestras de otras escuelas. Todas éstas, en su calidad de invitadas, solo merecen un total agradecimiento.
Salvo algunas excepciones (trabajos de los alumnos Cristóbal Pizarro, Ítalo Gallardo o Pedro Bustos, en los que se notaba un mayor ensayo, seriedad y rigor) las muestras presentadas no daban cuenta de una nueva generación que está pensando, creando y experimentando el medio que ha elegido como forma de expresión, acaso como arma de batalla. Resulta simpático, claro, ver la imitación de artistas como Michael Jackson o John Travolta, pero me parece que la simpatía se constituye como un objetivo artístico demasiado mezquino para las parámetros de una escuela artística con tantos años de tradición como la nuestra, más aun en las circustantcias en las que se encuentra. Preocupante, por decir lo menos, me resulta que al presentar el igualmente simpático ejercicio en que "actores diseñan y diseñadores actúan" (lo que es totalmente válido y reconfortante) el alumno que los presenta sentencie que "total el teatro es teatro, y da lo mismo quien actúa y quien diseña". Si eso es así, si no queremos encasillarnos en las responsabilidades que el fenómeno teatral implica, entonces no nos dediquemos a estudiar ninguna de esas carreras y volvamos para nuestras casas.

De esta manera, a medida que avanzaban las muestras, yo (espectador, ayudante, ex alumno) empecé a sentir una creciente sensación de decepción.

Uso la palabra decepción porque no puedo dejar de sentir que talvez, en mi rol de ayudante que colabora con un profesor titular, no hemos sido capaces de transmitir un contenido fundamental, que tiene que ver con la incorporación de referentes al universo teatral, y la apropiación del oficio a través de la disciplina, la creatividad y la reflexión. Siento una inmensa sensación de frustración de que algo que se da por enseñado no sea aplicado por los alumnos en la praxis de su oficio. Así, me parecería importante que quienes ocupamos el espacio docente (directivos, profesores y ayudantes) asumiéramos nuestra parte de responsabilidad en la pobreza formal y temática de las muestras, levantando una señal urgente de alerta de la que es necesario hacerse cargo.

La Escuela de Teatro de la Universidad de Chile es (o al menos, debería ser) el lugar en donde experimentan las nuevas voces del teatro chileno, en un ejercicio basado en el rigor, la humildad, la creatividad y la vanguardia. La escena ha de entenderse como un lugar sagrado donde coexisten la belleza de la tradición con la belleza de la subversión. La escena, por tanto, ha de concebirse como un lugar donde el teatro se cuestiona a sí mismo, a quienes lo crean y a quienes lo observan. Y el rol de un artista teatral en formación es poner en escena sus imaginarios, enriqueciéndolos con otros referentes que den un resultado provocador, conmovedor, nuevo y estimulante. Estudiar teatro, por lo tanto, se constituye no solo como un oficio, sino que también como una inmensa responsabilidad.

Si el teatro (eso que estudiamos, eso que amamos, eso por lo que sacrificamos tanto, eso que debería conformarse como nuestra herramienta fundamental de batalla) no se hace con seriedad, fe, y cariño, entonces talvez lo mejor sea volver a clases.

Si el teatro que estamos mostrando durante la Toma no da cuenta del trabajo intenso que se está haciendo al interior de la misma (pues como todos sabemos, el fenómeno escénico solo se completa ante la existencia de un público), entonces talvez sea momento de preguntarse cuál es exactamente la pelea que se está dando.


Horacio Pérez Rodríguez,
ex alumno, ayudante de la cátedra "Introducción a la Actuación

1 comentario:

TOMÁS HACHE dijo...

1) Como partícipe de una de las muestras, asumo la critica, más aún, en muchos puntos, la comparto.

2) Creo hablar por mis compañeros (insisto, creo hablar por mis compañeros) al decir que la intención de la muestra, es hacer lo que nos gusta hacer, más que por academicismos o por las ganas de hacer vida social, por una necesidad, la estricta necesidad de hacer teatro. Si nos creyéramos expertos, y nuestras pretensiones superaran nuestro ánimo, entonces no estaríamos en una escuela, mucho menos peleando por mejorarla. Asumir el rol de estudiante, es ponerse en un lugar vulnerable, es dejarse conducir críticamente en un proceso de aprendizaje que uno desconoce, intuye tal vez, pero que ciertamente avala desde el momento de entrar a estudiar.

3) Recalcar lo radical que resulta tomarse la escuela, no me resulta ahora majadero, sino más bien imprescindible. A saber, por que denota el rol que por estos días estamos jugando, urgente prioridad de nuestro hacer cotidiano. Ser político, en la practica, es distinto a ser "artista", es decir, se deben asumir otro tipo de tareas en vista de otro tipo de objetivos, a mi juicio tanto o más válidos, hoy imprescindibles, pero que concretamente, difieren al menos en forma, a lo que como estudiantes pretendemos ser.

En lo personal me carga la política desde la política, más bien la prefiero desde el arte. Pero tal como dices, hacer arte es aparejado, asumir una responsabilidad (técnica, discursiva, subversiva), y si existe hoy una "pobreza formal y temática", no es sino reflejo, responsabilidad incluso, de todos quienes formamos parte de esto que se llama escuela. Más aún, por si no se ha entendido así, el estar en toma acentúa una crítica, no solo a la lógica siniestra que rige la educación a nivel país, sino que además, a nuestros propios procesos de formación.

4) Si se decide asumir esta muestra como "abierta al público", mal haríamos alarde de su "magnificencia" en condiciones de excepción como las ya mencionadas. Por el contrario, se asumen apriori las condicionantes que trae el estado de toma, y desde ahí se intenta generar un espectaculo.

5) Mención aparte me merecen las niñas de diseño y su performance, grata sorpresa, fiel reflejo del espíritu de la toma, que ya a más de un mes de su inicio ha sabido pensarse desde una participación libre, voluntaria, y horizontal.

6) Finalmente, dada la gratuidad del formato, copy/paste mediante, adjunto una frase, de un libro que tenemos que leer para actuación, que me parece francamente notable.

"Nuestra actuación tampoco debe estar lastrada de profundos pensamientos. Tiene que ser rápida, extrovertida, comprensible. No tenemos experiencia, ni tradición, solo mala formación.
¿Puede el placer sustituir a la técnica?"

(Ingmar Bergman, "La linterna mágica")